El Puerto de Oslo desarrolló en 2010 pautas estéticas específicas para las instalaciones portuarias. Algunas de las medidas clave incluyen la protección de los ejes visuales, el desarrollo de elementos verdes en diferentes sitios, los esquemas de iluminación o el uso de materiales y colores. En este caso, el principio general es que el valor estético del puerto puede estar en la actividad logística en sí misma, y que vale la pena mostrarlo a los ciudadanos. En este caso, el búfer funciona como una zona de transición para las actividades portuarias y no como una pantalla que oculta estas mismas actividades. En base a este principio, se propone crear puntos de vista en el puerto, ampliar su transparencia. En Oslo también vale la pena explorar el Paseo de Oslo Havn, donde el valor cultural del puerto se explica en un espacio público innovador.