(Imagen de portada : Capitán Erik Dalege, presidente de la Asociación Europea de Pilotos Marítimos )

Aunque la digitalización es, sin duda, una de las principales transformaciones que se están produciendo en el sector marítimo, no debemos olvidar el papel esencial que desempeñan los humanos a la hora de llevar los barcos a puerto. Un piloto es capaz de escoltar un barco con el nivel de seguridad adecuado, incluso si los medios digitales no funcionan y el tiempo es amenazante. Lejos de oponer la experiencia humana a las nuevas tecnologías, la AIVP quiere destacar el trabajo analógico altamente cualificado que realizan los pilotos. Al imaginar el “puerto del futuro”, la opción más inteligente es considerar la complementariedad entre el pilotaje en el barco y la automatización de ciertas operaciones. Como parte de nuestro bloque de contenidos sobre el “capital humano”, hemos tenido el placer de dar al Capitán Erik Dalege, Presidente de la Asociación Europea de Pilotos Marítimos (EMPA), la oportunidad de escribir un artículo de opinión.

Erik Dalege – El término “analógico” parece obsoleto en una época en la que todas las profesiones experimentan cambios radicales debido a las posibilidades que ofrecen la digitalización y la automatización, algo que ocurre incluso en ámbitos inesperados.

Hoy en día, “analógico” suele entenderse como algo opuesto a “digital”, y como “digital” equivale a dinamismo, modernidad y progreso, el término pasa a implicar aquello que está pasado de moda, es lento, y es retrógrado.

El práctico humano analógico

En el Reglamento de formación para practicaje marítimo se describe en detalle todo lo que un práctico debe adquirir durante su formación. Debe tener un conocimiento exhaustivo de la legislación aplicable, la normativa local, además de, entre otros, los canales, boyas, fondeaderos, faros, balizas presentes, y debe poner a prueba estos conocimientos en exámenes aprobados por el Estado.

Pintura del siglo XIX mostrando a los pilotos

Pero, ¿qué otras capacidades se necesitan? ¿Por qué son tan importantes aquellas “capacidades humanas analógicas” para el práctico?

Este debe reconocer los recursos que tiene disponibles y decidir cuáles se necesitan, y, mediante sus capacidades y experiencia, determinar la manera de compensar las posibles desventajas. En primer lugar, debe evaluar los conocimientos lingüísticos del equipo del puente. El conocimiento de la lengua inglesa en el sector del transporte marítimo es extremadamente heterogéneo, y en su mayor parte dista mucho de ser completo.

Esta es una de las funciones más importantes del práctico: la de intermediar en las necesarias comunicaciones entre el buque que se conduce, el centro de tráfico y otros participantes que abarcan desde embarcaciones de recreo y embarcaciones de navegación interior hasta grandes petroleros y remolcadores. Todo esto debe transmitirse en un lenguaje que todos puedan comprender en forma segura y confiable incluso en situaciones extraordinarias.

Vista de Hamburgo

La comunicación se vuelve más relevante si se presentan averías o alguna emergencia. Es aquí donde el práctico se convierte en una suerte de “comunicador dentro de la escena”. Basado tanto de sus conocimientos profesionales como del lugar, el práctico lleva a cabo los acuerdos necesarios con la policía portuaria, los bomberos, los servicios de búsqueda y salvamento y los remolcadores de emergencia, entre otros, y traduce y explica los hechos al capitán y lo asesora al respecto.

Comprender el espacio, una capacidad analógica

En el practicaje, la comprensión del espacio es una capacidad cognitiva de la mayor importancia. Esta permite comprender la relación entre dos objetos, es decir, el buque que se está pilotando y algún buque en movimiento o alguna instalación portuaria fija, mientras uno de ellos, o ambos, cambian de posición.

Con distancias de frenado de varios kilómetros, se necesita una gran capacidad de previsión para lograr esa intuición en el manejo de la palanca de control a un determinado nivel de velocidad a fin de superar un punto dado a una velocidad planificada con anterioridad.

Hacer que el buque gire en aguas corrientes con el propósito de dejarlo en la mejor posición posible dentro de un fondeadero una vez terminado el giro es algo que también exige percepción del espacio. Adelantarse a la distancia de paso de otro vehículo, y, lo que es más importante, decidir si hacerlo es adecuado en una situación determinada, son verdaderas artes.

Grandes buques portacontenedores en el canal de navegación del Elba. Foto de Hummelhummel utilizada bajo CC BY-SA 3.0. Disponible en wikipedia.org

El trato con distintas culturas, formas de relacionarse y tipos de personalidad

El práctico es el primer representante del país en subir a bordo de un buque, y es una de las pocas personas con las que los oficiales y el capitán pueden intercambiar información.

El práctico realiza maniobras de atraque o desplazamientos a través de estrechas aguas extremadamente complejos, y al hacerlo, trata con personal al que nunca ha visto antes y cuyas cualificaciones reales no puede vislumbrar. Un plan de viaje que describe a grandes rasgos las acciones necesarias se firma en un instante y luego se archiva en su correspondiente carpeta a fin de preparar la siguiente inspección.

Pero para el práctico es mucho más importante “pensar en voz alta”, lo que quiere decir que debe vocear los próximos pasos que se propone con el fin de hacerlos visibles, en todo momento, a todos los participantes. Esta es la única manera en que el capitán, que nunca deja de ser la persona a cargo, puede seguir y juzgar lo que ocurre.

Podría ser la primera vez que un capitán llega a un puerto, lo que podría añadirle cierta ansiedad ante lo desconocido, en tanto que el práctico, quien ya ha pasado muchas veces por la situación, tiene mucha calma. Su responsabilidad, por lo tanto, es transmitirle con su presencia al capitán la tranquilidad que se necesita para cumplir con su deber con la menor presión que sea posible.

La capacidad de la intuición

Para el capitán de un buque, navegar implica determinar la posición actual, el punto de arribo, y el curso que lleva a dicho destino, y luego supervisar el progreso del viaje. Al mismo tiempo, la navegación de un buque propio no solo debe ser segura, además debe hacerse de acuerdo con los demás participantes en el tráfico, y debe conformarse a las normas locales y a las circunstancias presentes.

Por otro lado, el práctico no participa en la navegación. O más bien sí lo hace, pero desde su intuición. Durante esta navegación intuitiva el práctico, sin darse cuenta, se mantiene muy concentrado, y esto tampoco es evidente para su entorno. El práctico puede determinar mentalmente la posición de un buque con el rabillo del ojo.

Pilotaje de un buque portacontenedores. Foto: Capitán Bernhard Ixmeier, Piloto del Elba

Debido a sus muchos años de experiencia y a la existencia concreta de marcas de navegación y puntos de referencia analógicos y reales, el práctico es capaz de llevar a un buque hasta su puesto de atraque con toda la seguridad necesaria, incluso cuando los apoyos digitales fracasan.

De todo lo aquí descrito se desprende claramente la razón por la que pensamos que, si se quiere operar con la mayor eficacia posible, el práctico realmente debe estar físicamente a bordo.

Conclusión y perspectivas

Los políticos y administradores están en lo correcto cuando afirman que el práctico a bordo, con equipo digital, con apoyo de los centros de tráfico de buques de la Administración de vías navegables y navegación, es en la actualidad la primera y mejor opción. Es absolutamente esencial que, al navegar por nuestras aguas de practicaje, los barcos con tripulación humana sean también guiados hacia el fondeadero por un ser humano. La combinación de las capacidades humanas con la automatización y la trasmisión y evaluación de datos a bordo es hoy en día el mejor estándar posible.

Definitivamente, el buque autónomo se abre paso, pero, ¿navegará realmente sin tripulación? Pienso que el desarrollo hacia el buque autónomo será evolutivo (en forma muy paulatina) y no revolucionario. Habrá una coexistencia simultánea de las diferentes etapas en las distintas áreas marinas.

La mayoría de las operaciones náuticas serán autónomas, ya no se necesitará una vigilancia constante del puente, se mantendrá una tripulación considerablemente menor para el manejo de las emergencias e incidentes y para las posibles labores de mantenimiento durante el viaje, y a bordo del buque permanecerá un mando que consista en, tal vez, un par de personas (piloto y copiloto) con las pericias náuticas y técnicas.

¡El práctico debe mantenerse a bordo!

Imágenes: Capitán Bernhard Ixmeier, práctico del rio Elba