Durante las próximas semanas nos centraremos en el objetivo 8 de la Agenda 2030 de la AIVP, relativo a la Interfaz Puerto-Ciudad. En la frontera entre el puerto y la ciudad es donde se desarrollan algunos de los proyectos más interesantes, combinando usos y creando nuevas sinergias. Comenzamos esta discusión con una reflexión de la Dra. Beatrice Moretti sobre la condición de la interfaz puerto-ciudad y su potencial como umbral y frontera de diseño. Ella comparte con nosotros algunas reflexiones motivadas por su investigación, publicada en el libro “Más allá de la ciudad portuaria”. The Condition of Portuality and the Threshold Concept” (JOVIS, 2020)”.
La “Interfaz entre la ciudad y el puerto es un concepto que podría haber sido incomprensible en tiempos pasados, cuando una ciudad y un puerto interdependientes compartían una identidad en común. […] A medida que los puertos y las ciudades van desarrollando nuevas funciones dentro de los contrastantes, aunque interrelacionados e interdependientes, sistemas a escala local, nacional y regional, en muchas personas ha surgido, durante los últimos cincuenta años, una importante inquietud en torno a la nueva interfaz entre la ciudad y el puerto […]. “ Con estas palabras, el geógrafo marítimo Brian S. Hoyle se refirió a la existencia de una zona intermedia entre la ciudad y el puerto que considera la mutabilidad de los organismos urbanos y presupone la transición y el movimiento. Un terreno en donde se condensa la identidad y el carácter de las comunidades y lugares a medida que los flujos y las fuerzas convergen y divergen.
La dimensión portuaria ha supuesto siempre cierta aptitud para el cambio. Debido a la incesante evolución tecnológica y de infraestructura, y a la dinámica marítimo-comercial mundial, la estructura y sintaxis de la ciudad portuaria suelen pasar por profundos ciclos de transformación. Cada etapa del proceso se ha confrontado no solo con sus antecedentes concretos, sino que, sobre todo, con los rastros de memoria urbana y humana acumulados a lo largo de acciones superpuestas. En su mayor parte, estas se refieren al desmantelamiento de zonas y artefactos obsoletos, renovación y asimilación de instrumentos y mecanismos, y la alteración lingüística de los códigos de construcción.
En este complejo marco, la mezcla más evidente se condensa a lo largo de fronteras funcionales y administrativas: si bien suelen percibirse como espacios en disputa, en realidad los espacios fronterizos entre la ciudad y el puerto son interfaces receptivas, dotadas de un potencial de flexibilidad y, ante todo, proclives al cambio o sujetas a este.
Gracias a los estudios de geografía marítima, es posible evaluar las formas espaciales que han asumido las ciudades portuarias con el paso de los siglos. Entre los siglos XIX y XX, según las teorías de Hoyle y otros, puede apreciarse la aparición de una frontera que divide y comunica, simultáneamente, al puerto y la ciudad. En este entendido, la frontera entre la ciudad y el puerto es un espacio liminal, un tercer estado con respecto a la ciudad o al puerto como suelen entenderse: un umbral dinámico.
El uso del concepto de umbral, una formulación indefinida de amplitud variable y arbitraria, representa un paso crucial en la superación de la noción de borde, frontera, y límite, puesto que posibilita la evolución de una frontera legal hacia una frontera de diseño.
Un umbral es un espacio filtro, precario y discontinuo, fragmentado en secciones en las que las yuxtaposiciones y antinomias adquieren una forma concreta para conquistar el espacio y ser reconocibles. Literalmente, el umbral entre la ciudad y el puerto es la línea de un grosor variable producida por la presencia de un límite administrativo que separa los territorios de la ciudad y del puerto. Es un elemento físico, pero también es un sistema en el que se concentra la totalidad de interacciones y dependencias que vinculan, de manera irreversible, a la ciudad con su puerto. Es un lugar cuya amplitud se expande según las transformaciones de los espacios circundantes, ya se trate de desmantelamiento, reconversión, o, por el contrario, de expansiones en términos operacionales. Marca el comienzo y el final de la jurisdicción de la autoridad portuaria, y, más que eso, su régimen liminal, el conjunto de flujos y fuerzas que se atenúan y contienen entre sí, y que generan la creación de un lugar simbólico que representa el temperamento de la ciudad portuaria en sí.
El estudio del umbral entre la ciudad y el puerto apunta a explorar, de manera unificada, el conjunto de artefactos, infraestructura e instalaciones que han surgido en el tiempo y que se han desarrollado a lo largo del límite de la zona portuaria, considerándolo un sistema heterogéneo, y al mismo tiempo compacto. De hecho, el umbral entre la ciudad y el puerto es un caso ejemplar de una frontera que se transforma en una categoría común de ciudad portuaria incluso a latitudes muy distantes. Compuesto por diversos tipos de elementos, el umbral entre la ciudad y el puerto es un palimpsesto, una cronología física para las funciones asumidas por la frontera a lo largo de la vida de cada puerto. Una secuencia lineal de máquinas que funcionan en distintos estados de abandono o de uso se despliega a lo largo del perímetro del umbral entre la ciudad y el puerto: son los residuos del puerto emporio o artefactos que siguen funcionando, pero en ambos casos ya no son sencillamente objetos aislados sino fragmentos de un sistema particular, un patrimonio arquitectónico, industrial y urbano específico que está anclado en la línea fronteriza entre el puerto y la ciudad.
En este sistema heterogéneo, pero compacto, los almacenes, silos, depósitos y maquinaria de los muelles se convierten en los ingredientes cruciales de un mapa estratégico, en el que su regeneración desencadena un proyecto de actualización coordinado e integral. En este ambiente, el patrimonio del umbral entre la ciudad y el puerto (el desmantelado, y el que permanece activo, o incluso infrautilizado) está en el centro de las exploraciones teóricas y de diseño, funcionando como un conector territorial. El umbral pierde su naturaleza original como objeto que separa y se convierte en un umbral de diseño, la estructura de soporte para conectar, racionalizar y compartir.
“Aislar las zonas”, “solidificar las fronteras”, “planificar de manera incompleta”, “dotar las fronteras”, “diseñar arquitecturas liminales”, “suavizar los bordes”, por ejemplo, representan a las estrategias descritas con el fin de superar las prácticas anteriores de deslocalización y/o reemplazo portuario y, por último, reconocer un enfoque alternativo, un enfoque que contempla una posible táctica para el umbral entre la ciudad y el puerto dentro del concepto de coexistencia entre el puerto y la ciudad . La idea de coexistencia expresa una condición relacional entre las dos entidades gobernantes, algo que también puede explorarse en cuanto paradigma operacional. Su conceptualización, que simboliza el intento anacrónico de reconstruir la antigua y deteriorada relación y, al mismo tiempo, la necesaria superación del concepto de integración, encarna la simultánea y ambivalente acción que permite mantenerse al interior y a la vez al exterior de una situación determinada. Tomada como una actitud de diseño, la coexistencia interpreta lo indefinido y ambivalente de las zonas liminales: ofrece la posibilidad de caracterizar las secuencias espaciales del umbral mediante distintos grados de definición en torno a los cuales se articulan nuevos proyectos, pero así mismo es la trama urbana preexistente.
Más información sobre el objetivo 08 de la Agenda AIVP 2030 sobre el interfaz Puerto-Ciudad.
El libro “Beyond the Port City. The Condition of Portuality and the Threshold Concept” se encuentra disponible aquí